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El Facundo, una visión del país y de América que aún despierta pasiones, adhesiones y rechazos |
![]() ![]() ![]() Es el libro elegido por EDS para que los chicos contesten en la Gran Final del Certamen de Literatura en Lengua Española. 164 años después de su publicación, el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento resiste el paso del tiempo, no sólo como texto fundador de la literatura argentina sino como generador permanente de debates acerca de nuestra realidad americana. Las opiniones contrapuestas de Borges, Jauretche, Sabato, Arturo Uslar-Pietri y Roberto Fernández Retamar, entre otros.
Un problema de género Su título completo, el que eligió Sarmiento para escribirlo desde su exilio en Chile y publicarlo por vez primera en 1845: Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina. Su título reducido y popular: simplemente, Facundo.
En principio, hay que decir que la clasificación del Facundo dentro de un género literario ha sido y es objeto de largas discusiones. Para el crítico González Echevarría el libro de Sarmiento es “un ensayo, una biografía, una autobiografía, una novela, una epopeya, una memoria, una confesión, un panfleto político, una diatriba, un tratado científico y una guía”. Veamos otras opiniones sobre el particular, salpicadas de sabrosas acotaciones acerca del carácter del influyente escritor y político sanjuanino:
Miguel de Unamuno “Nunca tomé a Facundo como una obra histórica, ni creo que pueda ser evaluada en esos términos. Siempre la consideré una obra literaria, una novela histórica.”
Ernesto Sabato “Sarmiento (fue) un escritor genial. Me refiero a su novela Civilización y Barbarie, porque considerarla una obra histórico-sociológica no resiste la crítica; Facundo es su alter ego, su inconsciente de bárbaro. Ese libro lleva como acápites de sus capitulos palabras de Lord Byron, Lamartine, Rousseau, Chateaubriand: un romántico desaforado. Pero gobernó como un iluminista. En un periódico que publicaba, en un enorme titular que alguna vez pude ver en la Biblioteca Nacional, gritaba: «¡Alambres, bárbaros!» ¿Qué más opuesto a su romanticismo que el alambrado de esas pampas románticas que habrían defendido gentes como Rousseau?” (1)
Natalio R. Botana “Facundo es una obra muy rara y muy poco superada como conjunción de géneros. Funda la literatura argentina, pero también funda la interpretación sociológica e histórica de la Argentina. La fuerza de Facundo no sólo está en lo que propone, sino en los interrogantes que abre como argumentos para futuras refutaciones (…)
Horacio González “Facundo es un escrito inasible que se presenta en múltiples oleajes. Si se elige la ruta del combate político, sin duda se presenta la figura de Rosas como una abominación formidable. Pero también es un tratado sobre cómo escribir una biografía y sobre cómo se comportan las sociedades en lucha. Es así como se tropieza enseguida con la idea desmesurada de que la vida de un hombre puede encerrar los signos de una verdad colectiva”.
Tulio Halperín Donghi “Sarmiento es lo más parecido a un genio que tuvo la Argentina. Que se lo recuerde como «el maestro» es muy limitativo; fue mucho más que eso (…) Creo que las raíces de la hostilidad a Sarmiento radican en que desde nuestra más tierna infancia nos han mostrado a Sarmiento como el alumno ejemplar que, en realidad, nunca fue.”
Civilización
y barbarie La dicotomía civilización/barbarie como punto neurálgico del problema americano es asunto central en el Facundo y es uno de los tantos que convirtieron a Domingo Faustino Sarmiento en un hombre polémico, más allá de su monumental obra de gobierno cuyos evidentes méritos hoy pocos se atreven a discutir. Jorge Luis Borges solía afirmar que de haber sido entronizado el Facundo como “libro ejemplar argentino” en lugar del Martín Fierro, otra sería nuestra historia y mejor. Conocida es además la devoción que el autor de El Aleph manifestó siempre por el insigne sanjuanino; admiración claramente explicitada en su poema “Sarmiento”:
(…) Es él. Es el testigo de la patria, El que ve nuestra infamia y nuestra gloria, La luz de Mayo y el horror de Rosas (…) Su obstinado amor quiere salvarnos. Noche y día camina entre los hombres, que le pagan (Porque no ha muerto) su jornal de injurias O de veneraciones (…) (2)
En cambio, supo criticarlo duramente su contemporáneo Juan Bautista Alberdi: "Detesta la sangre cuando no es él quien la derrama; aborrece los golpes de estado cuando no los da él mismo. No se mata las ideas, dice él, cuando son las suyas; pero es un Troppman para las ideas de los otros. La libertad de prensa es un ídolo, a condición de que no se use para criticar sus libros, porque entonces degenera en crimen de lesa-patria". Contundente y letal. Casi tanto como la crítica despiadada de la corriente revisionista, que con Arturo Jauretche y su Manual de Zonceras Argentinas alcanzó en su época la cumbre del péguele-a-Sarmiento. En efecto, Jauretche no dudó en calificar al planteo de civilización/barbarie como “la zoncera mayor, la madre que las parió a todas”. Y, por cierto, no fue el único.
Voces en contra
(Caracas, Venezuela, 1906-2001; autor de la novela “Las lanzas coloradas”) “La antítesis la hace Sarmiento, de un modo muy simplista pero muy efectivo, con su antítesis de civilización y barbarie. Civilización y barbarie no tienen sentido, porque ¿qué significa barbarie? (…) Es lo que habían hecho tres siglos de dominio español, las leyes de Indias, la religión cristiana, la tradición cultural española en América latina. Eso no tiene nada de asimilable con las invasiones bárbaras europeas contra el imperio romano. Y entonces, ¿qué era la civilización? El sistema político que había evolucionado en la Europa del norte; lo que no era eso, era barbarie (…) La gran falla nuestra es que no conocemos nuestro pasado, y que estamos llenos de mitos y falsificaciones. Civilización y barbarie. ¿Es que la cultura que quedó en América latina, de raíz española con aportes indígenas y negros, es barbarie? ¿Qué civilización es la república liberal europea? Demasiado simplista.” (1)
(La Habana, Cuba, poeta nacido en 1930) “No cabe duda de que Sarmiento, que es un escritor admirable (…) trata de imponer lo que él llama la civilización, es decir los esquemas de la sociedad capitalista desarrollada en nuestra tierra, con lo cual termina por hacer de esas tierras, en la medida en que logra imponer sus ideas, lo que él mismo llama una sucursal (…) Pensadores como él quisieron hacer de nuestros países una sucursal de las respectivas metrópolis, sólo que no en plan de igualdad sino que alimentando a la casa central”.
“M Y explica claramente el porqué de su aseveración (click aquí) .
164 años después, la polémica sobre la verdadera naturaleza de este libro, continúa. También, el debate planteado en torno a los efectos prácticos que la aplicación de la teoría sarmientina pudo haber tenido en nuestros pueblos americanos, en la conformación de nuestra identidad. Lo indudable es que se trata de una obra de neto contenido político-social que refleja, sin medias tintas, la ideología de uno de los dos sectores que luchaban por el poder en el siglo XIX en estas tierras. Y que su lectura minuciosa, complementada con el Martín Fierro de Hernández, ayudará a descorrer -en todo o en parte- el velo del enigma argentino.
Encuentro del Saber tiene a FACUNDO en la Gran Final del 2009. No te lo pierdas.
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